viernes, 12 de diciembre de 2008

¿Ha usted actuado conforme al deseo que lo habita?


La propiedad del lenguaje consiste en hacer inexistir la cosa al simbolizarla y al nombrarla. J. Lacan decía "la palabra es la muerte de la cosa", esto es lo que pone en evidencia el juego del carretel Fort-Da, el cual corresponde a una simbolización primordial del pasaje de la alienación a la separación. Este es un juego de oscilación entre un aquí y un allá, de desaparición y de retorno de un carretel, que representa un doble proceso metafórico: primero, el carretel es una metáfora de la madre; segundo, el juego presencia-ausencia simboliza, mediante el llamado, las idas y venidas de la madre. Primeramente es la madre quien deja al niño al ausentarse, éste la llama por una vocalización: "o,o,o...a,a,a". Con el juego él puede invertir la situación, será él quien aleje a la madre al rechazar el carretel, volviéndose de ahora en adelante en quien domina la ausencia del objeto perdido (la madre).
Fort-Da es entonces el primer par simbólico que nos abre el acceso al campo del lenguaje y a la función de la palabra, con la dimensión de pérdida que ello connota. Si decimos pérdida, decimos falta, falta irremediable, real, para todo ser hablante y deseante, hecho de estructura en la lengua. El lenguaje es constitutivo de la estructura misma del sujeto, ese hecho lo divide, como así también le da la condición de sujeto barrado, lo somete a la alienación y produce su malestar existencial de "hablanteser".
Este malestar es el que entendemos acoger en nuestra práctica clínica a quienes lo deseen conforme a la orientación dada por J. Lacan al campo abierto por S. Freud. Pues el psicoanálisis ofrece las referencias necesarias para permitir una lectura de la experiencia. Nuestra praxis se inscribe entonces, en un lazo social liberado de cualquier necesidad de grupo y que no esté más anudado por el goce mortífero, para imponer e inventar la posibilidad de permitir al sujeto tomar la palabra y en algunos casos acceder a ella.
La clínica donde interviene la palabra, es una clínica bajo transferencia. Clínica que no es sin ética, ética del particular, del uno por uno, del bien decir, poniendo al centro una medida inconmensurable: el deseo inconsciente. Deseo indestructible, coercitivo, determinante de la trayectoria de cada sujeto e inconsciente, estructurado como un lenguaje.
El labor como profesionales de la salud mental, tiene el objetivo de constituir un lugar digno y compatible con la ética del psicoanálisis, motivo por el cual, el análisis de esta manera producirá sus efectos terapéuticos.
Como psicólogos, nuestra ética es nuestra praxis cotidiana. Constituimos un trabajo, comprometido y constante dispuestos a afrontar la tarea de asumir la responsabilidad de un paciente y de sostener la transferencia de trabajo, es decir, la transferencia de un deseo de saber, puesto que la clínica nos confronta continuamente a un real que interroga sin cesar nuestra práctica: "¿Ha usted actuado conforme al deseo que lo habita?", pregunta con valor de Juicio Final que nos lega Lacan, para revisar y enjuiciar éticamente nuestra experiencia cotidiana.

Lic. Luciana Reale.