domingo, 12 de junio de 2011

De Facebook y otros demonios



Estimados:
Compartó con ustedes un artículo de Ramiro Sansores, el cual reactualizó otro artículo que hace cosa de dos años apróximadamente escríbimos con un amigo acerca de los "Lazos Virtuales". Hoy la pregunta es: ¿Lazos Virtuales? ya tan reales y vívidos con cierta intensidad en la Web 2.0 como en la vida misma. Es la vida.
Twitter: @LicLuReale

Por Ramiro Sansores:
Me seguiré quejando amargamente de la nueva metodología del amor que existe en nuestro siglo. Sé que hago mal en añorar lo que acaecía en “La Dama de las Camelias”; pues difícilmente encontraré si quiera, alguien con quien comentar esa gran obra. Si quiero “amor romántico”—aunque también es codependencia endulzada— vuelvo a recurrir a “Rimas y leyendas “, de mi adorado Bécquer, aunque insisto, difícilmente encontraré persona con quien comentar uno de mis libros predilectos.

Observando—saben que siempre pongo lo mismo, pero me he dedicado a eso últimamente—, la relaciones sentimentales de mis mejores amigos y hasta las conversaciones que se escabullen por mis oídos en bares—primordialmente—, me he percatado de un advenedizo infausto que cuela a una multitud a cuestiones que debieran ser de dos; es decir: el facebook (ponle twitter, myspace, linked in o como quieras a las diversas redes sociales; mismo infierno, diferente diablo).

No me gusta hablar de estadísticas—porque cada relación es diferente y por ende los sentimientos—; aunque seguramente me dan la razón. Pero es un hecho que estos “fenómenos sociales” se están apropiando de los índices en las rupturas.

Una foto que se tomó hace años puede ser evidencia incriminatoria para tumbar un pilar de esperanza, un comentario mal hecho por alguien que probablemente estaba ebrio o se quiso hacer el gracioso puede suscitar una guerra nuclear en el corazón o simplemente la presencia de gente que sin ser tu íntima es factor de suspicacias.

Entiendo que este magnífico invento de Zuckenberg nos ayuda a suplantar las revistas de siempre del dentista mientras esperamos, asesina las 27, 226 horas que tenemos que estar antes en el aeropuerto o apoya a los incautos en situaciones de estreñimiento.

Pero en cuestión de pareja—continuando con la idea de hace dos párrafos—, convierte la vida de dos en un foro con interminables jueces y opiniones. Cualquier error se magnificará, cualquier virtud se mancillará y estaremos expuestos a un estanque plagado con pecados, listo para ser pescados cuando necesitemos un pretexto para la paranoia.

Otro de mis demonios favoritos es el Messenger (en cualquiera de sus modalidades tanto en móviles como en computadora); pues este se caracteriza por invadir la poca vida privada que el facebook te dejó.

Ahora es prácticamente una obligación estar conectado las 24 horas con tu pareja. Tardarse 10 minutos en contestar es motivo de una fuerte riña, descuidar tu aparatito mensajero para trabajar o atender otros asuntos es una profanación y carecer de las cualidades de flash para responder mientras sales una noche con tus amigos se convierte en una más que cantada causal de divorcio.

Me imagino que todos se sienten identificados y los que no, mándenme un tweet o un mail a ramirosansores@hotmail.com porque seguro son aquellos con los que puedo platicar de trova o “La dama de las Camelias”.

En ese orden de ideas, ser marginado (borrado) de estos icónicos altares equivale a la quema de la inquisición y a una falta imperdonable que se recordará hasta el fin de lo tiempos.

Por otra parte ¿qué pasaría si de mutuo acuerdo lo hiciéramos?

A un amigo que reside en el D.F. le sucedió con una novia que vivía en Guanajuato. Eran la pareja ideal, se adoraban, el pobre enamorado todos los fines viajaba un trayecto de 7 horas para ver a su amada, compartían místicos gustos como la trova y la literatura, las coincidencias brotaban sin cesar—incluso en su mal carácter. Un buen día abrieron Hi5— ¿lo recuerdan?— y ardió Troya pues se lanzaron sospechas al por mayor y se traicionaron inquebrantables confianzas.

La pareja decidió cerrar la caja de Pándora cuando estaban a punto de la ruptura y la magia recobró su poder. Hoy siguen viviendo lejos y sin estar pegados al teléfono, sin atosigar de mensajes uno al otro, ni preguntar con quién y dónde están a cada segundo. Ya están por casarse.

Mi recomendación para llevar una relación sin el aderezo de conflictos innecesarios, es decirle con toda la confianza a tu pareja que destierren—borrar al otro— dichos demonios de su mundo y seguramente respirarán día a día la tranquilidad del conflicto que se fue.

Estamos al pendiente.


Twitter: @MRERRE

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