Rafael Bonnelly, autor de La huella social, explica que hoy en día las audiencias controlan Internet. Hay aplicaciones que pueden ser útiles para todas las necesidades
Yacarlí Carreño comienza el día revisando el movimiento de sus redes sociales. En Twitter la siguen más de 1.000 personas y en Facebook acumula más de 600 amigos. Hay mucho de lo qué enterarse y también cosas que aportar: "Es curioso, porque considero que tengo un poco de todo como usuaria de las redes sociales. Soy observadora, pero también creadora. Al principio, cuando abrí Twitter, por ejemplo, era una espectadora, como mucha gente. Para tejer redes es clave escuchar, y sin esa vena de espectador difícilmente podemos llegar a ser creadores de contenidos eficaces".
Su caso es distinto al de Daniela González, que se considera más espectadora que generadora de contenidos.
"Tengo una cuenta en Facebook que me conecta con la gente que conozco, pero no digo mucho de mí. Hace poco abrí una cuenta de Twitter porque casi todos mis amigos tienen una. No me llama la atención escribir todo lo que hago en 140 caracteres, pero reconozco que es una valiosa herramienta para enterarse de las noticias. Lo encuentro especialmente útil para conocer cómo está el tránsito en Caracas a una hora determinada", apunta.
Carreño y González son ejemplos de la clasificación de usuarios de redes sociales que hace Rafael Bonnelly en su libro La huella social, editado por El Nacional.
El texto es una síntesis de lo que cualquier persona debe saber para manejarse en un mundo digital que supone formar parte de una conversación cuyo principio y fin está marcado por el criterio propio. "Hoy en día la gente quiere hablar, participar, opinar, ser escuchada. Las redes sociales son el espacio propicio para eso. Así nacieron. La intención del libro es contar cómo los usuarios tomaron el control de Internet a través de esa actividad", comenta Bonnelly.
"Sin embargo, eso no significa que todas las personas deban estar suscritas a todas las redes sociales. Las hay para todas las necesidades. Este libro viene a explicar un poco su contexto para que la gente sea parte de aquellas que realmente les convengan, con criterio de utilidad", sugiere.
Como usuaria, Carreño coincide. "Creo que más allá de un tema de personalidad es un tema de usos. En mi caso, las redes sociales han sido mi ventana al mundo, el lanzamiento de mi marca personal, porque a pesar de que al comienzo llegué con timidez, escuchando y leyendo mucho, y relacionándome con amigos 1.0, las redes me fueron presentando sus posibilidades de destacar o dejar salir aspectos de mi personalidad que me hicieron conectarme muy fácilmente con mucha gente nueva, en lo profesional y lo personal", expresa Carreño, que en la actualidad trabaja como comunicadora social multimedia.
Agenda ciudadana
En este esquema, los medios tradicionales han sabido valerse de las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías a los usuarios, escuchando lo que dicen e incluyendo sus inquietudes en la cobertura diaria.
"Muchos medios han construido espacios y aplicaciones para que sus usuarios les cuenten dónde están las noticias y hagan denuncias a través de fotos, videos, tweets, casi siempre por medio de los teléfonos celulares inteligentes. Hoy, los usuarios enriquecen el contenido y el uso de la web. Utilizan las redes sociales activamente para movilizar las noticias y los contenidos", asegura Bonnelly.
A eso se suman los cambios en el modelo de negocio de los medios de comunicación. "Los usuarios están acostumbrados a consumir información digital gratuita. Pero algunos medios no pueden permitírselo y eso abre el debate de cómo hacer que el negocio sea rentable, sin dejar de beneficiar a las audiencias".
Para Bonnelly, el reto es agregar valor a los contenidos convencionales para que la gente se identifique con ellos: "Es un negocio en constante movimiento y transformación. Son épocas difíciles, pero interesantes también".
Fuente:www.ElNacional.com
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